Faraday Madrid: Donde la música es protagonista.

El potencial transformador de la música cuando se integra conscientemente en cada aspecto de la experiencia comercial.

Para Faraday Madrid ¿La música es importante en un local comercial? Los datos y la experiencia demuestran que no solo es importante, sino que puede ser el elemento diferenciador que determina el éxito de un negocio en el competitivo sector gastronómico.

La selección musical afecta directamente el comportamiento del consumidor, modificando desde el tiempo de permanencia hasta el monto de compra. Investigación publicada por International Humanities Review confirma que los clientes permanecen hasta un 31% más tiempo cuando el ambiente sonoro es adecuado, lo que se traduce en incrementos de ventas que pueden alcanzar el 28%

Faraday ha comprendido esta dinámica y la ha convertido en el centro de su propuesta de valor. Esta tienda de vinilos ubicada en Madrid, que además ofrece café de especialidad, utiliza géneros como el jazz suave, música étnica o folk para crear una atmósfera única que complementa perfectamente su estética de líneas orgánicas e iluminación cálida.

Los beneficios para el cliente son múltiples: desde una mayor percepción del sabor en sus bebidas, hasta una experiencia que estimula simultáneamente varios sentidos. La música cuidadosamente seleccionada reduce los niveles de estrés, mejora el estado de ánimo y crea asociaciones positivas que incentivan el regreso.

Para este artículo no hay ejemplo más perfecto que Faraday, la tienda de vinilos que debes conocer. Es por ello que te traemos una entrevista que de seguro les encantará, donde exploraremos cómo han logrado que cada nota musical sea tan importante como cada grano de café en la creación de una experiencia que va mas allá de tomar una taza de café y escuchar buena música.

 

Tienda de vinilos y cafetería en Madrid

De Argentina a Madrid: El nacimiento de Faraday

La historia de Faraday surge de un encuentro casi cinematográfico en una tienda de discos en Buenos Aires. Michelle entró como clienta y Rodrigo la atendió. «Le vendí unos discos y eso es muy inspirador pensando que hoy tenemos este espacio cuyo corazón es la música», revela Rodrigo. Esta coincidencia fortuita marcó el inicio de una relación personal y profesional que eventualmente los llevaría a cruzar el Atlántico.

La decisión de emigrar a Madrid respondió a necesidades de cambio vitales para ambos. Rodrigo, nacido en Madrid y con una infancia feliz en la ciudad, sintió el impulso de regresar tras la pérdida de su madre. «Sentí que quería irme de Argentina, que había cumplido una etapa allí», reflexiona. Michel compartía sensaciones similares respecto a Buenos Aires. Madrid representaba no solo un regreso para Rodrigo, sino un nuevo comienzo para ambos.

Un año después de establecerse en España, la idea de crear Faraday tomó forma concreta. El nombre no surgió de un brainstorming empresarial, sino de una conversación casual mientras veían un documental, mucho antes de contemplar seriamente el proyecto. «Si algún día tenemos una tienda, la llamaremos Faraday», recuerdan haber comentado.

La fascinación por Faraday trascendía lo anecdótico. El físico británico, autodidacta y sin formación académica, había revolucionado el entendimiento del electromagnetismo, principio fundamental en la reproducción del sonido en los vinilos. «La aguja que toca los discos es magnética, la forma en que se lee la música en los vinilos es magnética», subraya Rodrigo, destacando la conexión conceptual entre su pasión por la física del sonido y el nombre elegido para el establecimiento.

 

cafetería con Estilo bauhaus en Madrid

Diseño con propósito: La escenografía de Faraday

Al traspasar la puerta de Faraday, resulta evidente que cada elemento responde a una decisión meditada. Lejos de seguir tendencias, el espacio refleja la formación cinematográfica de Michelle y la sensibilidad musical de Rodrigo.

«Tenemos aficiones o pasiones colaterales que se conjugan con nuestra vocación central», afirma Michelle. Sus conocimientos de dirección artística en cine se materializan en la composición del espacio, transformando Faraday en algo más cercano a un set cinematográfico que a un local comercial convencional.

La iluminación, elemento central en esta concepción espacial, huye deliberadamente de las luces cenitales directas que Rodrigo considera «agresivas». En su lugar, lámparas estratégicamente colocadas generan focos de luz indirecta que crean atmósferas cambiantes a lo largo del día.

El mobiliario no responde a una búsqueda casual de piezas vintage, sino a una investigación sobre diseño del siglo XX. Las mesas Tulip dialogan con elementos que evocan la arquitectura Bauhaus, los diseños de los años 50-60, y detalles industriales cuidadosamente seleccionados. La abundante presencia de plantas, beneficiarias directas de la generosa luz natural, completa esta composición escénica.

La elección del local no fue casualidad. «Cuando entré en ese espacio, supe que tenía que ser ese precisamente por su apertura y entrada de luz», recuerda Rodrigo. Los amplios ventanales no solo iluminan el interior, sino que diluyen la frontera entre el dentro y fuera, convirtiendo Faraday en una especie de escenario urbano visible desde la calle.

La pared de vinilos iluminada, resultado de una búsqueda exhaustiva de lámparas específicas, ha trascendido su función práctica para convertirse en el icono visual de Faraday. Lo que comenzó como una solución funcional para exhibir discos se ha transformado en un punto focal tan reconocible que visitantes ocasionales entran únicamente para fotografiarla.

 

Venta de vinilos en Madrid

La música como eje central de la experiencia

En Faraday, la música no funciona como simple banda sonora, sino como elemento estructurador de la experiencia. La selección musical cambia deliberadamente según el momento del día, la afluencia de público y la energía colectiva que se percibe en el local.

Las mañanas tranquilas entre semana, cuando la luz solar crea patrones cambiantes sobre las plantas y los clientes leen o trabajan, requieren sonidos que acompañen sin interrumpir. Jazz suave, música étnica o folk crean un telón sonoro que enriquece estos «momentos casi mágicos o poéticos», en palabras de Rodrigo.

Cuando la energía del espacio cambia pero sin llegar al bullicio de fin de semana, el cool jazz vivo gana protagonismo. Es un sonido con mayor presencia pero que mantienen el equilibrio necesario para no obstaculizar conversaciones.

Los fines de semana, con Faraday a plena capacidad, la estrategia sonora se invierte. «La música pasa a un segundo plano porque casi ni se oye», explica Rodrigo. El hip hop instrumental o el lofi cumplen entonces una función de fondo sonoro que evita silencios incómodos sin competir con el murmullo de las conversaciones.

Esta curaduría musical ha generado una comunidad de clientes que frecuentan Faraday específicamente por su propuesta sonora. Algunos han establecido una relación de confianza tan profunda que se han suscrito al club de discos exclusivo donde reciben mensualmente una selección sorpresa.

La respuesta de Rodrigo cuando se le pregunta por el maridaje perfecto entre música y café no deja lugar a dudas: «El cool jazz, el jazz de los años 60 representado en el disco ‘Kind of Blue’ de Miles Davis» constituye el acompañamiento ideal para un espresso bien extraído.

 

Café de especialidad en el centro de Madrid

El café y la repostería como complemento estratégico

Aunque el alma de Faraday vibra al ritmo de los vinilos, su oferta gastronómica funciona como elemento catalizador que completa la experiencia. «El café de especialidad actúa como un disparador para generar la experiencia que queríamos crear«, reconoce Rodrigo, desmarcándose conscientemente de la obsesión barista que caracteriza a muchos proyectos similares.

La colaboración con el tostador local Toma Café responde tanto a una relación de confianza como a una decisión coherente con la filosofía del proyecto. Frente a la tentación de importar tostadores internacionales buscando cierto estatus, Faraday apuesta por el talento local y la proximidad que permite un diálogo constante.

El perfil de café seleccionado refleja un enfoque práctico pero no por ello menos exigente. Conociendo que el 80% del consumo corresponde a cafés con leche (flat white, cappuccino o latte), buscan perfiles que no resulten excesivamente ácidos en estas preparaciones pero que mantengan notas de cata interesantes en espresso.

A contracorriente del ritmo frenético que impone el volumen de trabajo, Faraday mantiene viva la cultura del café filtrado. «Nos gusta mucho la cultura del filtro, que creemos que es la parte más desarrollada del mundo del café», afirma Rodrigo. Esta decisión, poco práctica desde una perspectiva puramente comercial, refleja el compromiso con la calidad que atraviesa todo el proyecto.

 

Saber más sobre el café de especialidad

 

La repostería casera completa esta propuesta gastronómica con creaciones que navegan entre tradición e innovación. El bizcocho de limón y lavanda reinterpreta el clásico de limón y amapola. La tarta de naranja sanguina incorpora cardamomo y especias orientales. El chocolate sin gluten elaborado con harina de almendra ofrece una textura distintiva que se complementa con dulce de leche y coco, pequeño homenaje a los orígenes argentinos de los fundadores.

El éxito de estas creaciones se construye desde el boca a oreja. Clientes que descubren el bizcocho de limón regresan con amigos para compartir el hallazgo. Otros desarrollan fidelidad absoluta a la carrot cake o al bizcocho de chocolate. La autenticidad de lo casero, donde se percibe «el amor» en cada preparación, genera una conexión emocional difícil de replicar con productos industriales o de catering.

 

Repostería casera en el centro de Madrid

Evolución y comunidad: El crecimiento orgánico de Faraday

La trayectoria de Faraday Madrid refleja un desarrollo orgánico ajeno a planes de negocio milimétricos. Los inicios, caracterizados por un descubrimiento paulatino por parte de los clientes, permitieron la formación natural de una comunidad que hoy constituye el núcleo fiel del proyecto.

La pandemia marcó un punto de inflexión inesperado. Lo que comenzó como una amenaza existencial para la hostelería se transformó, en el caso de Faraday, en catalizador de una evolución acelerada. «Después del COVID hubo un boom a nivel de volumen de trabajo, de convertirse en un sitio de moda y de referencia», reconoce Rodrigo. «La evolución ahí fue exponencial».

Este crecimiento propició transformaciones operativas significativas. De un modelo inicial donde Rodrigo trabajaba solo mientras Michelle mantenía otros empleos, pasaron a una colaboración total en el negocio. El horario se amplió para incluir las mañanas. La repostería externa dio paso a elaboraciones propias. La oferta se diversificó para incorporar matcha, chai y kombuchas, respondiendo a las demandas de una clientela cada vez más numerosa y fiel.

Quizás el rasgo más distintivo en la evolución de Faraday es su capacidad para fomentar conexiones entre desconocidos. La disposición del mobiliario favorece que muchas mesas se compartan, creando un «espíritu espontáneo de conexión». Rodrigo actúa frecuentemente como facilitador social, presentando a clientes con intereses afines: «Tú deberías conocer a esta persona porque se dedican a cosas similares».

Esta dinámica ha trascendido lo comercial para generar una auténtica comunidad donde los clientes establecen vínculos entre sí que perduran más allá de las visitas a Faraday. El establecimiento funciona así como un nodo social que enriquece el tejido comunitario del barrio.

 

cafetería estilo orgánico y vintange en Madrid

La identidad visual y las redes sociales

La elección del nombre Faraday y la incorporación de la imagen del físico británico al branding del negocio, han demostrado ser decisiones acertadas desde una perspectiva comunicativa. «El nombre suena bien, tiene musicalidad», reconoce Rodrigo. La figura histórica aporta profundidad conceptual, mientras que su rostro, con «una expresión muy especial», dota a la marca de un elemento visual distintivo.

El vínculo personal de los fundadores con la figura inspiradora se manifiesta en pequeños rituales, como visitar la estatua de Michael Faraday durante sus viajes a Londres para dejarle una pegatina de regalo. Esta conexión emocional se extiende a proyectos paralelos como «Faradio», su marca de cerveza propia, cuya etiqueta incorpora citas del decálogo del científico.

El enfoque de Faraday hacia las redes sociales resulta coherente con su filosofía general: orgánico, sin estrategias elaboradas ni objetivos cuantificables. «Simplemente mantenemos un feed bonito con fotos que retraten la belleza del lugar y las experiencias que tiene la gente», explica Michelle . Las imágenes buscan capturar lo «acogedor y humano» del espacio, cómo los clientes interactúan con él y entre sí.

 

Café espresso para tomar mientras escuchas buena música

Más allá del romanticismo comercial: Un caso de estudio sobre música y experiencia

El éxito de Faraday contradice muchas asunciones del emprendimiento contemporáneo. Sin estrategias de marketing digital elaboradas, y sin pretender convertirse en referentes baristas, Rodrigo y Michelle han consolidado un espacio cultural significativo en el panorama madrileño.

«No vemos el barismo como nuestra vocación de vida», confiesa Rodrigo con una honestidad refrescante. «Yo soy músico, Michelle fotógrafa que viene del mundo de la fotografía y el cine». Esta autenticidad respecto a sus motivaciones e intereses fundamenta la credibilidad del proyecto.

Faraday Madrid demuestra el potencial transformador de la música cuando se integra conscientemente en cada aspecto de la experiencia comercial. No se trata simplemente de reproducir música de fondo, sino de concebirla como elemento vertebrador que dialoga con la iluminación, el mobiliario, las plantas, la propuesta gastronómica y, crucialmente, las dinámicas sociales que se generan en el espacio.

En un panorama comercial saturado de propuestas que replican fórmulas, Faraday destaca por materializar las pasiones genuinas de sus fundadores. La música y el arte no funcionan como elementos decorativos superpuestos al negocio, sino como núcleo desde el que todo lo demás adquiere sentido y coherencia.

A medida que Madrid continúa transformándose, espacios como Faraday establecen nuevos parámetros para entender cómo la música puede constituir el corazón de proyectos empresariales que construyen comunidad y enriquecen el tejido cultural urbano. La lección principal que ofrece esta tienda de vinilos, convertida en punto de encuentro multidisciplinar, es que el arte y el comercio pueden dialogar fructíferamente cuando comparten un propósito común: crear experiencias significativas que trascienden la mera transacción económica.

Nota:

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